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martes, 25 de mayo de 2010

La araña: la trama secreta de un escritor nazi


Un joven artista llamado Richard Bracquemont observa desde su habitación cómo una araña corteja a otra. La araña macho imita los movimientos de la hembra en un extraño baile en el que se mezcla la fascinación, el amor y el miedo. De hecho, el macho se acerca cauteloso como tan pronto se aleja corriendo. Tras varios minutos de acercamientos y rechazos, el macho se queda observando a la hembra y huye atemorizado, cae en el dintel de la ventana y allí lo acorrala la araña hembra. Esta le sorbe las entrañas y deja caer su cadáver reseco al vacío.
Esta descripción forma parte de un relato titulado La araña y bien podría ser la figura de un emblema. En estos se comenta una imagen o figura y se resume la enseñanza en un lema o título como la fascinación mortal de la araña. Todo el relato es un comentario o glosa a esta imagen que ha fascinado al estudiante. Varias personas se han suicidado dentro de esa habitación colgándose del dintel de la ventana, algo tan complicado como poco poético. No eran suicidas vocacionales, algunos estaban en la flor de la edad. ¿Por qué han acabado con su vida? El estudiante está dispuesto a desentrañar la tela de araña. Sin saberlo, este personaje está desenmarañando la vida de su creador: Hans Heinz Ewers.
Hans Heinz Ewers, como su alter ego Richard Bracquemont, era un bon vivant, un gran viajero que fue alternando su carrera de escritor con la de espía, viajero, guionista y, finalmente, hagiógrafo nazi. Aprendiz de libertario o más bien, ácrata de derechas, rechaza la moral burguesa de su época lanzándose a todo tipo de transgresiones y eso, tratándose de un teutón, no es moco de pavo.
En los Estados Unidos, durante la Primera Guerra Mundial, conoce una de sus primeras amistades peligrosas: un tal Stegler. Las autoridades norteamericanas están convencidas de que éste es un espía alemán y acusan al acomodado Ewers de colaborar con él. Aquel, no sin cierto cinismo y humor negro, afirma que le fascinó un personaje tan peligroso, como muchos otros que había frecuentado en su juventud. Un militar alemán corrobora la declaración y abunda en la afición de nuestro escritor por los personajes extravagantes. No es casualidad que firmara sus cartas con el pseudónimo de ovejita carnívora. En cualquier caso el nom de plume, como cualquier nombre, sella su destino: carnívora sí, pero obediente.
Durante años tantea el peligro sin que la bestia le inocule su veneno. En Inglaterra se relaciona con Aleister Crowley, el presidente de la Hermetic Order of Golden Dawn, un mistagogo con pasiones sadomasoquistas que escandaliza a la sociedad de su época y a algunos de sus más ilustres miembros como Arthur Machen. De manera semejante a su creador, el joven Bracquemont juega con una hermosa mujer de cabellos enmarañados, con un vestido negro moteado, que teje en la ventana de enfrente: ambos imitan los mismos movimientos, como si estuvieran frente a un espejo. Es un juego inocente, del que el joven disfruta, y que no trae más consecuencias que la de una diversión desenfadada, casi infantil, a la que el personaje de cuento, con su rueca hogareña, da una impronta no menos ingenua. Ewers, al igual que su personaje, cree en todo momento que controla los delicados hilos de su carrera. La experiencia le ha confirmado que vivir peligrosamente es una forma de promocionarse y de gozar de la vida.
El afán aventurero de Ewers, su pasión por lo esotérico, hacen que éste continúe enredándose en la tela de araña. A través de la Thule Gesellschaft entra en los círculos nazis. Lo de Ewers y los gerifaltes nazis fue amor a primera vista, tal vez porque Himmler y Rosenberg eran apasionados ocultistas. Muchos de ellos, entre ellos el propio Hitler, leían con avidez sus relatos de terror. El nuevo Augusto germano ha encontrado su Virgilio, y Ewers cree que su fama imperecedera irá de la mano de la expansión del Tercer Reich.
El Führer no tarda en hacerle un encargo fatídico: la biografía de un héroe nazi, Horst Wessel. Nuestro escritor sabe que todos los datos son falsos, no obstante, acepta entusiasmado escribir la hagiografía. De este modo el ácrata antiburgués que había pergeñado las semblanzas de Poe, Hoffmann y Baudelaire, se degrada al biografiar al primer mártir de la causa aria.
No tardará en despertar de su error. El protagonista del cuento, al imitar inocentemente los gestos de la mujer-araña, siente una mezcla de temor y pánico. Durante días había pensado que los movimientos de su amada y los suyos eran compartidos y que muchas veces era él quien llevaba la iniciativa. Un día apunta una serie de movimientos en un papel para ejecutarlos con ella. Cuando, al cabo de unos minutos, comprueba los que él había anotado previamente, descubre que no ha ejecutado ninguno de ellos: se ha limitado a imitar servilmente la mímica de ella. Ewers creía que se había desenvuelto libremente con todas sus amistades peligrosas, y de pronto se percata de que sólo ha sido una marioneta en manos de su amado Führer.
Al escribir la hagiografía de Wessel firma su propia sentencia de muerte literaria. Wessel pertenecía a los SA y, tras la noche de los cuchillos largos, toda esa rama del partido cae en desgracia. Esa biografía que le iba a catapultar a la fama le hunde en la miseria más absoluta, cuando el idilio de Ewers y Hitler no había hecho más que empezar. Ewers había escrito unas palabras de entrega absoluta y mortal que son gemelas a las de Bracquemont: "Adolf Hitler no prometía nada. Reclamaba, exigía, imponía pesados deberes a quienes le seguían: les pedía sus economías hasta el último céntimo, todo su trabajo y hasta su sangre”. Irónicamente Ewers había escrito un texto satírico titulado “De cómo once chinos celebraron su noche de bodas comiéndose a la novia”. En el tálamo nupcial la araña Hitler devora a su cronista, y su cadáver exangüe se abisma en el vacío y en la ignominia.
Los hilos envuelven al escritor y, tras la caída de Röhm, sus obras son prohibidas en Alemania. Ewers, tal vez de aburrimiento, muere poco antes de que termine la Segunda Guerra Mundial. Pero aquí no acaba todo. Su via crucis no acaba ni de empezar. Derrotado el Tercer Reich, los alemanes quieren olvidar su pasado y el poeta del régimen es estigmatizado durante generaciones. Ewers, no obstante, resucita de la forma más extraordinaria. Quemados sus libros entre los de miles de judíos por las autoridades nazis, sus obras permanecen digitalizadas en el archivo de Steven Spielberg Ebook Yiddish Librery, en el original y en su traducción al hebreo. Yo arriesgo otra explicación: su fama póstuma es una prolongación de la tela de araña que lo envolvió en vida y después de la muerte; red maldita que cubre al autor de estas líneas y que amenaza con proyectarse a sus lectores y comentaristas.

26 comentarios:

  1. La mujer de puro corazón que destruye al romántico vampiro contrasta con esta perversa medieval Mandrágora que inspiró relatos góticos fascinantes a autores como Heinz Hewers o Gustav Mayrink.
    No hay duda tampoco de que la mística Thule Gesellschaft -al igual que la fatal Mandrágora- escondía en sus raíces a hombrecillos perversos engendrados con semen de la peor calidad y que obtuvieron el éxito y la condenación que el mito prometía.
    Gran relato épico que cumple su función expresionista de asustar, deprimir, agobiar y despertar filias y fobias a cualqier espectador-lector que se le acerque; incluso al también gótico autor del post que nos lo reseña...Pero me arriesgaré -no porque sea mujer o me inmunice un nombre con "m"- estoy atrapada en tantas redes que no me verá tu araña. Buen artículo, enhorabuena.

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  2. No te garantizo, Mila, que mi tela de araña no te envuelva con sus tentáculos. ¿Estás segura de que la "m" te protegerá? ¿No sería mejor una escoba sumergida en agua bendita? Porque lo del crucifijo ya está pasado de moda. Bromas aparte, como bien has dicho, lo grave del cuento de Ewers es que anticipa los horrores de los crímenes nazis. Tú has mencionado muy oportunamente "la mandrágora". Sí, ciertamente, no se puede decir mejor: del semen del asesino surgieron esos humúnculos nazis que sembrarían el mundo de muerte y destrucción. Lo peor de todo es que tanto Ewers, como Nietzsche, como gran parte de los intelectuales del XIX y de principios de XX hacían apología de la violencia sin darse cuenta de que al destruir gran parte de esa "moral burguesa" estaban creando a "Alraune". En la "Genealogía de la Moral" se menciona un episodio que es una versión de las "travesuras" que cometían los nobles cuando se aburrían: arrasaban un pueblo, violaban a las mujeres y volvían con el sentimiento de que aquello no era más que un "divertimento", una cosa de críos. Los chicos nazis rememorarían esas hazañas infantiles con todo el código caballeresco medieval. Ewers jugó ingenuamente con fuego, como tantos intelectuales de la época, y no es extraño que al final la araña lo devorara.

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  3. Lo peor de lo que cuentas en tu artículo es que es real, al menos hasta lo de la extensión de sus filamentos malditos hasta tus lectores- ya mismo estoy tocando madera por si acaso-. De todos modos hay algo de moraleja consoladora en la historia de Ewers: el que juega con fuego se quema, especialmente si se es un poco -o un bastante- gilipollas y en vez de entretenerse con un mecherito se pilla uno el lanzallamas del Führer. Muchísimo más trágica y absurda es la historia de tantos millones de personas que murieron habiendo odiado siempre a Hitler. La inquietud de éstos no fue la del personaje de Ewers, sino la de los de Kafka.

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  4. Tú lo has dicho, Ricardo, ¿cuántos millones de personas murieron por culpa de los delirios estéticos de algunos intelectuales decadentes? Hay algo que une, tanto a algunos de los de izquierdas como a los de derechas de la época, el desprecio al vulgo, el sentimiento de superioridad hacia la masa, a la que consideran poco menos que insectos. Volviendo a un libro que conoces muy bien, "Stalin y sus verdugos", el aristócrata polaco Dzierzynki, primer director de la checa, hombre culto y sofisticado, sentía el mismo desprecio por sus campesinos que habían sentido sus ancestros terratenientes, de hecho su padre y abuelo eran conocidos por su crueldad con el pueblo. Lo de Ewers era una consecuencia - perdóname la pedantería-, del "Zeigeist" o Espíritu de la Época. No sólo Ewers estaba jugando con juego. Dostoyeiski creó un Raskolnikov que inspiró a muchos de los torturadores de la checa. Carlyle, Strindberg, así como muchos otros también sentian nostalgia de épocas menos aburridas y pacíficas- los cuarenta años de paz que precedieron a la Primera Guerra Mundial- y añoraban como Unamuno el Antiguo Testamento, donde las pasiones y la violencia estaban a flor de piel y no tenían que enmascararse detrás de tanta floritura decadente.

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  5. Y después de ese delirio esquizofrénico y esa política criminal, trataron de salvarse y, sobre todo, trataron de que su conciencia no les incomodara todo el tiempo, como recuerdo nos ilustraba el historiador Justo Serna -con el que casualmente he coincidido en la blogosfera- en uno de los cursos de doctorado.
    Ayer proyectaron de madrugada en C.9 'Der letzte Zug' (2006) que muestra la bestialización del holocausto desde un tren con 688 judíos que sale de Berlin hacia Auschwitz en un viaje agonizante de seis días; con un acertado punto de vista de viaje iniciático manejado con magníficos primeros planos y que compensó los 122 minutos de visionado.
    Seguramente algún tentáculo de tu araña habrá llegado hasta el programador de la parrilla semanal. Por cierto, desde hace un par de semanas -de manera premonitoria- estoy releyendo "La genealogía de la moral"...
    Se estará transformando mi humilde conciencia en mala o tendré que adoptar yo también a una araña para enmascarar mi culpa?

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  6. Hay una película muy buena, que se titula "la solución final". El 20 de enero de 1942, 15 hombres, entre ellos Reinhard Heydrich , acabarían sellando el destino de la población judía en Europa. Tras los noventa minutos de la reunión, el plan del proyecto de la Solución final de Adolf Hitler estaba listo. Adolf Eichmann preparó 30 copias del acta de la reunión que, al caer el Reich, desaparecieron o fueron destruidas, todas excepto una. El protocolo de Wannsee, que apareció en las oficinas del Ministerio de Asuntos exteriores del Reich, es el único documento en el que los detalles del plan de Hitler fueron codificados. Lo más curioso de la película es que los asistentes a la reunión hablan del tema con la frialdad y meticulosidad de un cómite de empresa, como si hablaran de ganado o de cualquer producto de venta. Lo más escalofriante de todo es que la película se limita a transcribir literalmente las actas de la reunión. Es un documento precioso, porque no se trata de una interpretación o manipulación sino de un testimonio de los hechos tal cual ocurrieron.

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  7. Añado dos referencias literarias de viajes en tren que son dos viajes al fondo del alma: "Sin destino", de Imre Kertesz -la ida al campo de exterminio- , y "La tregua", de Primo Levi -el trayecto inverso: la vuelta a casa.

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  8. He oído hablar de "la tregua". Primo Levi están entre mis autores pendientes. Ya me la prestarás este verano.

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  9. Una gran película, has visto Los falsificadores? - mirada europea y no tan desgarradora como los productos americanos y que documenta el entramado de la Operación Bernhard -aparece por cierto Dolores Chaplin. "El hombre en busca de sentido" fue un regalo que agradecí -dada mi ignorancia sobre el tema- y lo presto a algunos de mis alumnos que ya han leído el "Diario de Ana Frank" -"El niño con el pijama a rayas" es la opción a: 'profe, no leo nada'y terminan presentándome trabajos de comentario de la película que según ellos y su profesora "igual da". Ya sabes, hay producto hasta para los que no consumen...Saludos, M.

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  10. No he visto la película. ¿Un falsificador en la época nazi? Sin duda necesitarían mucho dinero para la máquina de guerra. Cambiando de tercio, lo "del pijama a rayas" es el estribillo con que te machacan los alumnos. No la ha leído, pero Ricardo Signes me dijo que era un auténtico bodrio y no me he tomado la molestia ni de echarle un vistazo. El caso es que a ellos les gusta. Si al menos sirve para que se enganchen a la lectura, el problema es que casi siempre se basan en la película y se abstienen de leer el libro. Nunca les vi tan enganchados como con la saga del Crepúsculo, las alumnas- góticas o no- se lo quitaban de las manos e incluso me pedían permiso para leerlo cuando habían terminado los deberes. No sé si esa saga es buena o mala, pero crea adicción a la lectura,lo cual es bastante díficil entre nuestros jóvenes.

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  11. Es curiosa la asociación que se ha dado en literatura entre insectos y nazis, ¿no? Yo conocía lo de la cucaracha de Kafka, y ahora la araña del Ewers este.

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  12. Hay un cómic,amigo anónimo, que hace referencia a Hitler araña. Se llama Maus. En sus viñetas aparece una araña en cuyo centro se distingue una figura claramente reconocible. El rostro con bigote mueve una especie de aspas/patas, como si fuera una monstruosa araña o un gigantesco molino. Como muy bien señalaba Mila, una de las comentaristas, Ewers escribió una novela que prefiguraba el nazismo y sus famosos clínicas eugenésicas Lebensborn: la mandrágora. Una mandrágora es fecundada con el semen de un asesino. De esa simiente nace un monstruo: Alraune, la mandrágora, una bestia que guarda gran parecido con la araña y que destruye "inocentemente" a todo aquél que se le acerca. Como bien señalaba Borges en un artículo muchas de las ideas del nazismo estaban de moda en Occidente en aquella época. Muchos intelectuales no veían mal la esterilización coletiva de "indeseables". La idea de que los judíos eran un cuerpo aparte de Europa también estaba en el ambiente. Me viene a las mientes un libro de Klemperer, en el que este cuando notaban que hablaba muy bien alemán le preguntaban: "Su esposa, ¿es alemana? Verdad" No asumían que ser judío era una forma de ser alemán o francés o cualquiera de las múltiples nacionalidades europeas.

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  13. "Indi" (Indalecio)4 de junio de 2010, 9:36

    Yo no sé si a tus comentaristas habituales les ha atrapado la telaraña, pero a mí sí, lo juro: me ha atrapado como a una mosca.

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  14. Espero, amigo anónimo, atraparte con los próximos artículos. Gracias por visitar mi blog.

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  15. Pero hombre, ¡no nos deje usted así, tan atrapados!

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  16. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  17. No te deprimas, el próximo Nobel te está esperando...Saludos cordiales, Mila Solà M.

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  18. Gracias, Mila, por tu confianza. Estoy trabajando ahora en una página web que tendrá el mismo nombre- "la Biblioteca de Gotham"- y que es una especie de metanovela acerca de mis dos obras. Los personajes de "Sombras de Cristal" y "El Señor Teckel" son los protagonistas de esta "broma literaria", puesto que esta web está escrita en clave de humor. En quince días estará colgada la mitad de la página en la red; y, a la vuelta de otras dos semanas, el resto. En cuanto esté terminada, te envío un correo. Gracias, una vez más, por tu apoyo. Un abrazo.

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  19. Quizás pueda interesarte para tu próxima web el blog de un monstruo de los artilugios http://ciudadblogger.com/
    Un placer leerte. Otro abrazo.

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  20. Creo que ya he tenido bastante paciencia con usted: o escribe más de esto o sufrirá la venganza de Fantomas. (Y por su bien, no avise a la policía).

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  21. Vaya, hasta te amenazan para que escribas.Pues toma pluma o teclado y escribe algún post en tu biblioteca, hombre! Anónimo tiene razón, mira que si llamamos a Fantomas nos ponemos a fumar en tu blog...Un abrazo y feliz 2011, Mila Solà Marqués

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  22. Muchas gracias, Mila, por tus ánimos y feliz año, porque lo que es yo... ¡No sabes lo que es vivir constantemente bajo la amenaza de Fantomas! Por fortuna pronto llegará el remedio en forma de artículo. ¿Quién sabe? Quizás esta sea la única forma de liberarme de este hombre tan temible. ¡Lo que daría por fumarme contigo un puro de Fantomas!Un abrazo.

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  23. Me alegro de que te guste, Eriberto. Muchas gracias por visitar mi blog.

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  24. Mira qué herramienta para preguntar a futuros lectores sobre lo que les gustaría leer http://unbound.co.uk/

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  25. Gracias, Mila. Es muy interesante.Lo malo es que está dirigido a un público anglosajón. ¿Existe algo equivalente para hispanohablantes?

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